Agricultura sostenible
La Comisión Europea ha identificado claramente una forma más sostenible de cultivar como una de las prioridades de la próxima década en su Estrategia de la granja a la mesa y en su Estrategia sobre Biodiversidad, las dos posteriores a la publicación de la estrategia global del Pacto Verde Europeo a finales de 2019.
En la UE, más del 10% de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) provienen de la agricultura.
La agricultura de conservación es una práctica agrícola que proporciona una mayor sostenibilidad al tiempo que mantiene la seguridad y la productividad de los cultivos, contribuyendo así a la seguridad alimentaria. El glifosato, como parte de los recursos para la Gestión Integrada del Control las Malas Hierbas (en inglés, IWM), desempeña un papel muy importante en la aplicación de los tres principios fundamentales de la agricultura de conservación:
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laboreo y alteración del suelo mínimos
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cobertura orgánica permanente del suelo
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rotación de cultivos y cultivos intercalados
Tal y como establece la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), la agricultura de conservación «potencia la biodiversidad y los procesos biológicos naturales por encima y por debajo de la superficie del suelo, lo que contribuye a aumentar la eficiencia en el uso del agua y los nutrientes y a mejorar y mantener la producción de los cultivos».
La agricultura de conservación es la base de un futuro sistema alimentario sostenible.