El despliegue de soluciones digitales para la agricultura de precisión tiene un doble impacto positivo.

Desde el punto de vista medioambiental, estas tecnologías ayudan a garantizar aplicaciones de herbicidas específicas y precisas basadas en la densidad y la composición de la maleza detectada. Dicho de otro modo, las dosis aplicadas son las estrictamente necesarias para controlar la presencia de malas hierbas en el cultivo.

Además, cuando los herbicidas se utilizan de forma más precisa y eficiente, también se reduce el uso de agua. Asimismo, en el caso de los pulverizadores no tripulados, no es necesario el pulverizado convencional realizado por tractores, lo que reduce el consumo de combustible y las emisiones de CO2. Una ventaja complementaria es la posibilidad de continuar la gestión de las malas hierbas mediante herramientas aéreas cuando el suelo es desfavorable (por ejemplo, después de fuertes lluvias).

Esta eficiencia supone importantes beneficios a los agricultores. De hecho, la aplicación selectiva de productos para el control de las malas hierbas es tan eficaz como los métodos de aplicación más tradicionales, por lo que los cultivos se liberan de las malas hierbas invasoras, pero el coste de la operación es menor.

El acceso a estas soluciones digitales requiere una inversión inicial por parte del agricultor, una continuación de las inversiones realizadas durante décadas por las empresas de agrotecnología para investigar y desarrollar tales soluciones y llevarlas al mercado. A medida que las soluciones digitales para la detección y gestión de precisión de las malas hierbas sigan evolucionando y expandiéndose, deberían ser más asequibles y estar más extendidas.